Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demásDaniel Goleman
Me siento triste, frustrado, angustiado, negativo, cansado.
¿Te suena? Y es que el problema es que no está bien sentir como sentimos.
Hoy en día en que el podemos ver en la redes sociales un montón de personas viviendo una vida de ensueño,
corremos el peligro de creer que algo no estamos haciendo bien, que tenemos un error de fábrica o que existiera algún tipo de tara en nuestra personalidad.
Pareciera como si sólo el hecho de sentirnos bien, felices o plenos fuera el único modo de sentir.
Las emociones negativas, así como el dolor físico, tienen su función y obviarlo, o tratar de evitarlo, es un suicidio emocional.
Es evidente que no siempre te vas a sentir bien y feliz.
Es fisiológicamente importante tener una especie de alerta que te indica si vas por buen camino o no.
Al igual que el dolor físico cuando te golpeas un dedo con un martillo, te advierte que no deberías continuar machacándote el dedo, el dolor emocional tiene una función parecida.
Te sirve para superarte, para poner límites y saber, por donde no debes continuar machacando.
El problema surge cuando nos enfadamos por estar enfadados, cuando juzgamos el hecho de estar tristes o cuando sentimos que somos unos fracasados, otra vez, por estar negativos.
Quizás no hay tanto problema en la emoción en sí misma, sino en el hecho de creer que no deberíamos sentirlo.
¡¡Pero si lo estás sintiendo!!
Las emociones, del tipo que sean, son una especie de brújula que nos orientará si vamos por el camino adecuado o no.
Deberíamos dar las gracias a este tipo de emociones cada vez que las sentimos porque gracias a ellas podemos cambiar el rumbo y así, no ir tan perdidos.
La cuestión es que les damos demasiada importancia.
Sentir, es sentir.
Si no sientes bien, pues quizás debes hacer algunos ajustes para sentir adecuadamente.
Pero cuidado, que he conocido a personas que consideran que el hecho de sentir y observar las emociones es una especie de invitación a la recreación y no… eso es masoquismo.
A veces creo, y lo digo en primer lugar por mí misma, que estamos enganchados al drama emocional
Es muy diferente darte cuenta de que tiendes a repetir un cierto patrón, interesarte y poner medidas, que vivir desde el victimismo el pensar que tu madre no te escuchaba cuando eras niño y llorabas por un juguete.
Si al cabo de cuarenta años, sigues culpando a tu madre por no hacerte el suficiente caso, entonces, te estás recreando.
Partamos de la premisa de que no existen culpables. Que tu madre no te hiciera caso cuando llorabas al reclamar un juguete, es posible, que procediera del mayor amor del mundo.
Es posible y sólo me aventuro, que creyera que era lo mejor para ti, pero claro, es más fácil culpar al resto del mundo de lo que finalmente, es tan sólo tú responsabilidad.
Si te hubiera hecho caso y te hubiera dado el juguete, seguro que ahora la estarías culpando de haberte consentido demasiado.
La cuestión, es que la culpa siempre es de otros. No queremos madurar, hacernos responsables de nuestra vida y por lo tanto, de nuestros pensamientos y emociones.
Y vaya por delante que no creo que existan culpables.
Creo que lo que realmente existe es el hecho de que cada uno hace lo que puede según lo que tiene en ese momento.
Últimamente cuando observo los pensamientos que me vienen, lo que me planteo es… ¿y si resultara que no tengo ningún problema?
Esto es desafiante, ¿Cómo vamos a vivir sin problemas?
La mente necesita del problema, lo necesita para justificar su existencia.
Si no tenemos un problema al que dar vueltas constantemente, ¿para qué íbamos a pensar? Seríamos seres aceptando lo que nos llega sin dar lugar a interpretaciones… vamos, un coñazo.
La vida es un constante desafío, en el momento en el que superas un problema, inmediatamente te surgirá otro. Esta sí que es una ley.
La primera Verdad de Buda nos dice que “la vida es sufrimiento“
LEY DEL PROBLEMA AUTOREGENERADO

Ser feliz no significa que todo sea perfecto.
Significa que has decidido ver más allá de las imperfecciones
LA PALABRA “FELICIDAD” PERDERÍA SU SENTIDO SI NO SE EQUILIBRA CON TRISTEZA.
C. JUNG
No hay ningún científico que lo haya llevado a una fórmula específica.
El caso es que todos los problemas tienden a repetirse una y mil veces.
El pensar lo mismo cada día y sentir del mismo modo, es lo que hemos llamado personalidad.
Con esto no invito a que seas una especie de persona insensible.
Los insensibles están aún más obsesionados con los problemas.
La cuestión radica más en aceptar que la vida es como es.
Cada uno traemos un tropezón en el que debemos trabajar.
Si tienes la creencia de que siempre te pasan las mismas cosas, no es culpa de un karma malicioso que la ha tomado contigo.
Estamos obsesionados con ser el centro del mundo.
La razón es que tiendes a tener los mismos pensamientos, que te llevan a las mismas emociones. Estas emociones, te llevarán a repetir las mismas acciones y esto te hará repetir el mismo día.
Si quieres resultados diferentes, deberás cambiar la personalidad.
Pero trabajar puede hacerte pensar que debes hacer algo… quizás la no acción sea la acción adecuada.
Gandhi, llevó una revolución a través de la no acción, al menos y en principio, externamente. Es posible y lo digo como teoría, que este sea el modo de superar cualquier cosa.
Y tan sólo te invito a la reflexión. ¿No te ha pasado que cuando te has empeñado (desde el ego) a que alguien te haga caso, sólo has logrado alejarlo y cuando por fin, agotado, lo has dejado estar, resulta que sólo entonces, esa persona se ha acercado?
No entendemos la diferencia entre tener un objetivo, trabajar en ello y obsesionarnos con un fin específico.
En PCT coaching, al igual que en todo tipo de coaching, se trabaja teniendo en cuenta un objetivo.
Un objetivo que debe ser SMART, pero para que cumpla todos estos requisitos, quizá lo interesante es valorar el valor.
¿Hasta qué punto y realmente es importante para mí? O el famoso ¿para qué?
En demasiadas ocasiones damos importancia a demasiadas cosas, que todo sea importante es absurdo
Es como en el colegio, que un niño sea brillante en asignaturas que no tienen nada que ver las unas con las otras, es simplemente una locura muy peligrosa.
Al que se le da bien las ciencias, posiblemente no estará interesado en la lengua. Incluso es posible, que no todo lo relacionado con las ciencias, se le dé bien. No somos robots.
Tampoco invito al pasotismo, sólo digo que si trabajamos los valores, lo que realmente es importante para ti, seas capaz de dar importancia a lo que realmente es un valor fundamental y dejar a un lado todo lo demás, que la vida no da para mucho.
Como persona y como mujer, me he sentido culpable demasiado tiempo por no ser lo suficientemente buena en algunos aspectos, como por no ser lo suficientemente atractiva siempre y para todo el mundo, como hija, como amiga, como hermana, como madre.
Quizás estamos viviendo un nivel de exigencia absurdo y temerario.
No quiero desviarme del tema que nos ocupa.
Trato de trasmitir que no podemos darle importancia a todo, es imposible.
Los valores nos ayudan como guía para saber lo que realmente es una prioridad para cada uno de nosotros.
E igualmente, aceptar el dolor como una herramienta de crecimiento y de orientación.
CONCLUSIÓN

La felicidad siempre viaja de incógnito. Sólo después de que haya pasado, sabemos de ella
La vida es un viaje y es necesario aprender a estar dispuestos a que como todo viaje tendrá sus retos, sus momentos incómodos y también por supuesto, la parte divertida.
Seguro que has escuchado la famosa expresión que dice: “hay que disfrutar del camino” y de eso se trata, pero sobre todo, decídete a hacer el viaje de tu vida.